Nos mudamos con Arv a su pueblo natal.
Intentó alejarnos de la tierra donde habíamos vivido tantas desgracias.
Lola y yo tardamos en adaptarnos.
El idioma, la cultura, incluso el aire se nos hacía difícil de asimilar.
En cambio Femi, estaba más felíz que nunca.
Despertó de su autismo casi de inmediato.
Llegamos para Navidad, y los regalos de Arv para nosotros fueron varios.
A Lola, le regaló un mini kit de maquillaje. A mí, mi primer CD de Burzum (intentó meterme en el Black Metal desde muy chico) y a Femi, un cachorro.
El perro quedó sin nombre por unos meses. Arv quiso que ella lo nombrara, así que simplemente lo llamabamos "perro".
Perro gustaba de caminar, a pesar de que no lo hacía de manera convencional.
Si alguno de ustedes, mortales, vio alguna vez a Michael Jackson haciendo un "Moonwalk" entonces sabrá exactamente cómo caminaba Perro.
Femi lo empujaba hacia adelante para que corrija esa forma de andar, pero Perro hacía todo lo contrario.
Otra cosa: Perro jamás ladró. Ni lloró. Sólo se retorcía en el lugar si tenía hambre y raspaba la puerta cuando quería salir a mear. Pero nunca dejó salir ruido alguno.
Hasta sus pedos eran silenciosos.
Mientras tanto, Lola pintaba a las amiguitas y se desenvolvía como toda una mujer de negocios en el campo de los cosméticos.
También le gustaba peinar y cortar el pelo, así que no dudó en poner precio a sus servicios, a pesar de tener sólo once años.
Femi y Lola se llevaron bien hasta que la segunda cumplió quince. Para ese entonces yo ya tenía dieciocho y trabajaba casi todo el día con Arv en su taller.
Eso nos ayudaba a mi y a él a mantenernos alejados de las batallas campales que se desataban en la casa cuando ellas dos quedaban juntas.
Cuando volvíamos, a eso de las siete de la tarde, era una incógnita el abrir la puerta y ver cuál de las dos había ganado la pelea. Tanto era así, que hasta hacíamos apuestas de camino a casa.
Yo siempre apostaba a Femi. Que con seis años menos, era capaz de arrancarle la melena rubia a Lola de raíz.
Arv apostaba a Lola porque, con sus gritos casi infrasónicos podía dejarte estúpido o derrumbar la casa, cosa que le daría tiempo suficiente para pellizcarte o tirarte algo en la cabeza.
Sea como fuere, estas peleítas dejaron de ser "chistosas" cuando la vecina se aventuró a mirar a través de la ventana que daba al living.
Lo que presenció, fue a Femi intentando meterle una brocha del kit de maquillaje en el ojo a Lola.
Mientras Perro yacía de costado, totalmente apático y babeante a más de un metro mientras sonaba una canción de los Teletubbies.
La imágen impresionó tanto a la mujer, que no tuvo mejor idea que llamar a esa cede que se encarga del cuidado de los niños y el presidio o castigo de los padres.
En palabras de Lola, lo que pasó después fue lo siguiente:
"Estaba con Femi en el living y entraron dos hombres de traje con una monja vieja. Como Femi estaba encima mío tratando de golpearme, se la llevaron a ella y fue mucho peor cuando la vecina empezó a describir lo que vio antes. Intenté que no se la llevaran pero me mantuvieron adentro y me dijeron que eran de un lugar que cuidaba a los niños ignorados por sus padres.
Le dije que papá nos cuidaba bien pero no me creyó y por eso los llamó. Dicen que los llamen lo antes posible."
Estabamos trabajando en el taller lo más bien hasta que recibimos una llamada desesperada de Lola diciéndo eso.
Abandonamos el trabajo y fuimos corriendo para casa. Arv no sabía si llamar, correr hasta el lugar y matarlos a todos o tratar de que Lola vuelva en sí.
Intervine y le dije que se tranquilice, que Femi todavía no habría ni llegado al lugar en cuestión y que llame lo antes posible para aclarar todo.
Por mi parte, yo me encargaría de que Lola escupa todo lo que vio y oyó para tranquilizarla un poco y saber de qué se trataba todo ese quilombo.
Arv llamó, insultó a la secretaria y le dijo que le pase con un superior. Le pasaron con una monja.
Insultó a la monja y le dijo que le pase con un superior. Le pasaron con un superior.
Insultó al superior, le gritó todo le que le tenía que gritar y luego muy amablemente pidió la dirección del lugar para ir a buscar a Femi.
En ese momento sentí que no sería una maniobra inteligente el intervenir.
La furia berzerker que se apoderaba de Arv en ese momento me hubiera fundido con sólo una mirada.
Llevamos a Lola a casa de su mejor amiga y nos encaminamos al instituto donde habían alojado a Femi.
El lugar daba la impresión de ser una cárcel tipo si se ignoraba el cartel de la entrada que aseguraba que era un instituto cristiano para niños.
Arv casi despedaza la reja al momento de entrar al patio frontal.
Ese lugar era inmeso.
Y lo que tenía de inmenso, lo tenía de gris.