miércoles, 26 de enero de 2011

Creo que esta va a ser una de las tantas entradas que te escriba.

Odio volverme repetitiva y densa diciendo que cada vez que te miro, me enamoro un poco más.

Odio soñar en voz alta de "cuando nos mudemos juntos" o "cuando tengamos nuestra casa", pero es algo que siento tan fuerte. Es algo que tengo la necesidad de decir, y de sonreir mientras lo digo.

Odio no poder ser lo suficientemente buena para mi familia. Odio siempre hacer algo que no les guste y que se enteren por mi hermano.
Odio que griten. Que puteen fuerte para que los escuche.
Odio tener que ser buena con él cuando es tan idiota como para contar que comimos en su pieza.
Odio esta casa de mierda.

Los odio.

Cuando me cierro en mi misma soy una egoísta. Cuando intento cambiar soy una egoísta.
Empiezo a pensar que no me necesitan en esta casa.

Soy una carga y cuando se los digo se hacen los que no.
Me caen cada vez peor y tengo que hacer que todo está bien para que ellos estén contentos.
Hago algo mal y me refriegan por la cara lo de la presión baja, los derrames, el trabajo y el esfuerzo y se piensan que yo entiendo.

Obvio que entiendo.

Pero no me sirve. Son unos tarados.



Si no tuviera a Niro conmigo, pensaría seriamente en escaparme de esta mierda de casa o suicidarme.

Lo peor es que lo sigo pensando.


No en suicidarme, porque no podría ver más a la cosita más linda y preciada que tengo.
Quiero vivir sólo para compartir ese papel lleno de caca y moco que llamo vida, con él y disfrutar esa porquería como si fuera un banquete, porque lo es cuando él está cerca.

Creo que voy a empezar a buscar trabajo ahora.
Realmente quiero plata para irme de acá.


Aunque se que sería lo mismo, porque me seguirían diciendo egoísta y más cuando me vean que salgo todo el tiempo.

Como ahora que les dije y me bombardearon con sus discursos repetidos.

Me dan tantas ganas de gritar cuando empiezan a hablarme.

Y tengo que callarme porque se supone que estoy cambiando.

Odio tanto volver a casa.


Pero amo tanto mi casa cuando está Niro.

Todos cambian cuando llega un invitado. Todos son tan graciosos.

Todo es tan rico, las camas son tan cómodas.

Todo vale la pena cuando se que él está cerca.


Odio tanto cómo son.
Esa necesidad de hacer cosas para después decir que te rompiste el lomo para lograrlo.
Para después lograr que yo diga que tenés razón.

Y decir que te estás enfermando y mamá se muere y vos desfallecés del calor y el esfuerzo.


Y después yo, digo que son buenos y dibujo una sonrisa conformista en mi cara.


Me enferman. Me enferman demasiado.


Me cuesta tanto escribir esto.


Los mocos y las lágrimas se me mezclan y tengo que ir a lavarme la cara cada treinta segundos.


Empezó como una entrada para la persona más preciada que tengo y siguió como una queja más a mi familia.


Perdón amor, perdoname. Pero siento que no puedo borrar lo de arriba.


No se si tengo razón o si ellos la tienen.

Ya no se nada, no quiero saber.

Sólo se que te amo y cada segundo que se que vos también lo hacés, es un respiro más. Una mano que se cierne ante una persona que se ahoga.




Si no estuvieras en mi vida, yo tampoco estaría.